Aunque la carrocería de nuestro automóvil está suficientemente protegida, tanto intrínsicamente (baños de cataforesis durante la construcción) como superficialmente (imprimaciones), al rodar por carreteras y vías secundarias, la gravilla, piedras y otros elementos del suelo saltan golpeando los bajos e interiores de los pasos de rueda. Este golpeteo desprende la protección, dejando al descubierto e indefensa la chapa.
Las zonas de los bajos donde se acumula el barro son especialmente delicadas, pues se verán sometidas a un ataque intensivo.
Más peligroso aún resulta cuando circulamos por carreteras sobre las que se ha vertido sal para deshacer la nieve y el hielo. En este caso se acumulará en los bajos del coche un barro rico en sales que puede oxidar hasta las superficies más nobles. Pida al taller que compruebe el estado de los bajos.
Las zonas de los bajos donde se acumula el barro son especialmente delicadas, pues se verán sometidas a un ataque intensivo.
Más peligroso aún resulta cuando circulamos por carreteras sobre las que se ha vertido sal para deshacer la nieve y el hielo. En este caso se acumulará en los bajos del coche un barro rico en sales que puede oxidar hasta las superficies más nobles. Pida al taller que compruebe el estado de los bajos.