El anticongelante es un producto que, a pesar de su denominación, juega un papel más importante en verano que en invierno, puesto que su función se realiza en el circuito que "refrigera" el motor; por esa razón también se llama refrigerante. No obstante, en invierno también el líquido cumple funciones básicas para el funcionamiento y para la vida del motor.
Recordemos que las presiones absolutas en el circuito de refrigeración, que pueden llegar a 2,3 atmósferas, equivalen a temperaturas de ebullición del anticongelante de entre 140 y 150 grados centígrados. Por esa razón es preciso emplear anticongelantes (o refrigerantes) con puntos de ebullición por encima de las temperaturas reales de trabajo. Si no fuese así, los líquidos se evaporarían; y producirían el fenómeno de la "cavitación", originando bolsas de gases sobre partes metálicas, las cuales no recibirían el necesario contacto del líquido, con grave riesgo de deterioros.
Algunas marcas, montan en ciertos modelos circuitos con líquido "for live", de por vida. Suelen tener una coloración que si cambia delata alguna alteración en su composición, en la que entran determinados aditivos, y no admiten mezcla con otros líquidos anticongelantes.
Como norma general se debe sustituir cada dos años (o cada 40.000 kilómetros) todo el líquido el circuito de refrigeración, porque en ese tiempo el líquido ha perdido ciertas cualidades, como las anticorrosivas, y no precisamente las de anticongelante, que solamente disminuirían. Por otra parte, el empleo actual de ciertos materiales en partes del circuito de refrigeración necesitan el uso de anticongelantes adecuados. De ahí que sea un error que propicie riesgos la mezcla de anticongelantes con diferentes especificaciones.
Dando cara ya al invierno, el anticongelante debe estar preparado para cumplir sus funciones frente al frío. Desconfíe de las grandes rebajas y utilice las que cumplan las normas UNE o la SAE más exigentes.
Recordemos que las presiones absolutas en el circuito de refrigeración, que pueden llegar a 2,3 atmósferas, equivalen a temperaturas de ebullición del anticongelante de entre 140 y 150 grados centígrados. Por esa razón es preciso emplear anticongelantes (o refrigerantes) con puntos de ebullición por encima de las temperaturas reales de trabajo. Si no fuese así, los líquidos se evaporarían; y producirían el fenómeno de la "cavitación", originando bolsas de gases sobre partes metálicas, las cuales no recibirían el necesario contacto del líquido, con grave riesgo de deterioros.
Algunas marcas, montan en ciertos modelos circuitos con líquido "for live", de por vida. Suelen tener una coloración que si cambia delata alguna alteración en su composición, en la que entran determinados aditivos, y no admiten mezcla con otros líquidos anticongelantes.
Como norma general se debe sustituir cada dos años (o cada 40.000 kilómetros) todo el líquido el circuito de refrigeración, porque en ese tiempo el líquido ha perdido ciertas cualidades, como las anticorrosivas, y no precisamente las de anticongelante, que solamente disminuirían. Por otra parte, el empleo actual de ciertos materiales en partes del circuito de refrigeración necesitan el uso de anticongelantes adecuados. De ahí que sea un error que propicie riesgos la mezcla de anticongelantes con diferentes especificaciones.
Dando cara ya al invierno, el anticongelante debe estar preparado para cumplir sus funciones frente al frío. Desconfíe de las grandes rebajas y utilice las que cumplan las normas UNE o la SAE más exigentes.