Una deficiente elección de la presión de los neumáticos puede tener graves
repercusiónes sobre el comportamiento del vehículo, sin contar las
económicas debido a un desgaste irregular de los neumáticos, convirtiendo a
nuestro coche en una bestia difícil de manejar.
Si inflamos por debajo de la presión recomendada tendremos más superficie de rodadura y por tanto más adherencia, pero seguramente rodaremos con los flancos en la mayor parte de las curvas, lo que generará mayor temperatura y, por consiguiente, un mayor desgaste, elevando nuestras probabilidades de desllantar, en el mejor de los casos, o de sufrir un reventón.
Si por el contrario sobreinflamos el neumático, dispondremos de menor superficie de rodadura en recta, pero a cambio el neumático nos ofrecerá todas sus prestaciones en curva, derivando menos al tener los flancos más duros debido al exceso de presión. Como inconveniente también podemos citar la perdida de confort, ya que al estar sobreinflado tenderá a rebotar un poco más al afrontar los baches de la calzada.
Por regla general, la presión idónea es la que marca el fabricante del vehículo, pero si vamos a viajar a plena carga o por autopista es recomendable aumentar esta presión en 0,2 kg. Y si además nos gusta pisar el acelerador y exprimir al máximo las prestaciones deportivas del coche, es aconsejable aumentarle otros 0,2 kg más.
Si inflamos por debajo de la presión recomendada tendremos más superficie de rodadura y por tanto más adherencia, pero seguramente rodaremos con los flancos en la mayor parte de las curvas, lo que generará mayor temperatura y, por consiguiente, un mayor desgaste, elevando nuestras probabilidades de desllantar, en el mejor de los casos, o de sufrir un reventón.
Si por el contrario sobreinflamos el neumático, dispondremos de menor superficie de rodadura en recta, pero a cambio el neumático nos ofrecerá todas sus prestaciones en curva, derivando menos al tener los flancos más duros debido al exceso de presión. Como inconveniente también podemos citar la perdida de confort, ya que al estar sobreinflado tenderá a rebotar un poco más al afrontar los baches de la calzada.
Por regla general, la presión idónea es la que marca el fabricante del vehículo, pero si vamos a viajar a plena carga o por autopista es recomendable aumentar esta presión en 0,2 kg. Y si además nos gusta pisar el acelerador y exprimir al máximo las prestaciones deportivas del coche, es aconsejable aumentarle otros 0,2 kg más.