El responsable europeo de Ciencia e Investigación, Janez Potocnik, elogió su trabajo el pasado martes e el marco de la Conferencia Mundial sobre el Hidrógeno, según informa AquiEuropa. El esloveno espera recibir en breve sus recomendaciones para poner en marcha un plan que permita tener listo para el despegue este mercado en cinco o diez años. En él se basarán los proyectos del VII Programa Marco, que, por otra parte, será votado hoy en el Parlamento Europeo.
Janez Potocnik se refería a la necesidad de contar con un plan para Europa que identifique las prioridades y campos en los que la investigación y el desarrollo (I+D) deben centrarse. Es decir, que es necesario moverse ya y, sobre todo, moverse bien. "Los programas europeos de investigación han recibido más de 500 millones de euros en las dos últimas décadas, y de éstos más de la mitad en los cuatro últimos años, lo que demuestra las esperanzas con que la UE ve esta energía, a la que piensa tener muy en cuenta en el VII Programa Marco", apuntó.
A mediados de marzo de 2005, la industria del sector llegaba a Bruselas, donde celebraba su reunión anual, con dos documentos bajo el brazo. El primero, el Plan de Investigación Estratégica, propone un programa de diez años (2005-2015) para hacer que las pilas de combustible funcionen y duren el doble, y que fabricar y distribuir el hidrógeno hasta la pila sea como poco tres veces más barato. Para ello, recomienda un reparto del presupuesto en seis áreas: producción del hidrógeno (22%), almacenamiento y distribución (18%), aplicaciones estacionarias (20%), transporte (27%), aplicaciones portátiles (10%) e investigación socioeconómica (3%).
El segundo de los informes -ambos elaborados en el primer año de trabajo- de la Plataforma Tecnológica del Hidrógeno y las Pilas de Combustible, la Estrategia de Despliegue, describe los pasos que se deberían dar para que en 2020 las pilas de combustible sean un producto de mercado; algo que sólo se conseguirá si funcionan bien, son fiables, duran más y cuestan mucho menos que hoy en día. Y no sólo las propias pilas sino también el hidrógeno que las alimentará. Se empieza por el dinero y se termina en la política. "Es vital que nuestra inversión pública en I+D iguale a la de nuestros competidores", advierte el informe.
Doblar la inversión
Estados Unidos y Japón van muy por delante entre otras razones porque sus presupuestos generales dedican importantes cantidades de dinero a esta cuestión. Unos 235 y 260 millones de euros al año, respectivamente, en 2005. La inversión mínima en Europa, estimada en 250 millones de euros anuales, supone duplicar el esfuerzo actual. Pero no es sólo cuestión de dedicar fondos a la investigación. Es necesario también apoyar proyectos de demostración que sirvan para aprender de la experiencia y acercar la tecnología a los ciudadanos, fomentar la colaboración entre el sector público y privado, desarrollar sistemas de estandarización, normalización y regularización.
Según Potocnik, el plan que presente tendrá por ello en cuenta el partenariado público-privado, lo que se ha dado en llamar "Iniciativa Tecnológica Conjunta" a escala europea (JTI, en sus siglas en inglés), para que los Estados miembros y las regiones por lo menos alcancen en cuantía los fondos invertidos actualmente en I+D por los principales competidores globales. El comisario anunció a principios de enero, a raíz de la crisis provocada por el corte ruso del suministro de gas a Ucrania, que la energía había "acelerado la agenda", convirtiéndose en una clara prioridad de la UE, y advirtió de que una "grave crisis energética" podría darse en los próximos 20 años si no se hace algo.
Escepticismo verde
La realidad es que no hay energías renovables suficientes para cubrir el consumo energético actual y futuro en Europa, y que el hidrógeno, tal y como lo quiere contemplar la industria, no forma parte de una estrategia energética sostenible basada en la eficiencia. En el Parlamento Europeo, la coalición de Los Verdes/ALE, por ejemplo, apuesta por exigir un aumento de los precios del carburante para interiorizar el coste ambiental de los combustibles fósiles y critica que otros partidos se decanten por ofrecer la perspectiva de una energía barata y no contaminante mediante la inversión de miles de millones de euros en programas como el ITER, el mayor reactor experimental de fusión termonuclear.
Las organizaciones ecologistas comparten esta visión de primero asegurar la eficiencia energética, después centrarse en las renovables, y producir hidrógeno a partir de esas energías. El situar al mismo nivel la producción de hidrógeno a partir de fuentes renovables y a partir de la energía nuclear no tiene sentido en su opinión. Por eso piden a la Plataforma Tecnológica que realice un análisis sobre el desarrollo sostenible antes de decidir gastar el dinero de los contribuyentes en estos ámbitos de la I+D. Y es que el hidrógeno, a falta de programas independientes en los Programas Marco, tiene que pelearse con las energías renovables por la misma partida del presupuesto.
El tema del presupuesto previsto para el VII Programa Marco, dentro de las perspectivas financieras 2007-2013, se encuentra ahora en manos de los eurodiputados. La comisión de Industria, Investigación y Energía de la Eurocámara adoptó un paquete de enmiendas de compromiso sobre el desglose de los fondos a finales del mes pasado. Este jueves, 15 de junio, el Pleno votará un informe, en primera lectura del procedimiento de codecisión, sobre la propuesta de la Comisión Europea. El hidrógeno se juega hoy su futuro y la UE su supervivencia, mientras que la demanda mundial de energía sigue creciendo y no cesan de disminuir las reservas fósiles, de las que es más dependiente.
A mediados de marzo de 2005, la industria del sector llegaba a Bruselas, donde celebraba su reunión anual, con dos documentos bajo el brazo. El primero, el Plan de Investigación Estratégica, propone un programa de diez años (2005-2015) para hacer que las pilas de combustible funcionen y duren el doble, y que fabricar y distribuir el hidrógeno hasta la pila sea como poco tres veces más barato. Para ello, recomienda un reparto del presupuesto en seis áreas: producción del hidrógeno (22%), almacenamiento y distribución (18%), aplicaciones estacionarias (20%), transporte (27%), aplicaciones portátiles (10%) e investigación socioeconómica (3%).
El segundo de los informes -ambos elaborados en el primer año de trabajo- de la Plataforma Tecnológica del Hidrógeno y las Pilas de Combustible, la Estrategia de Despliegue, describe los pasos que se deberían dar para que en 2020 las pilas de combustible sean un producto de mercado; algo que sólo se conseguirá si funcionan bien, son fiables, duran más y cuestan mucho menos que hoy en día. Y no sólo las propias pilas sino también el hidrógeno que las alimentará. Se empieza por el dinero y se termina en la política. "Es vital que nuestra inversión pública en I+D iguale a la de nuestros competidores", advierte el informe.
Doblar la inversión
Estados Unidos y Japón van muy por delante entre otras razones porque sus presupuestos generales dedican importantes cantidades de dinero a esta cuestión. Unos 235 y 260 millones de euros al año, respectivamente, en 2005. La inversión mínima en Europa, estimada en 250 millones de euros anuales, supone duplicar el esfuerzo actual. Pero no es sólo cuestión de dedicar fondos a la investigación. Es necesario también apoyar proyectos de demostración que sirvan para aprender de la experiencia y acercar la tecnología a los ciudadanos, fomentar la colaboración entre el sector público y privado, desarrollar sistemas de estandarización, normalización y regularización.
Según Potocnik, el plan que presente tendrá por ello en cuenta el partenariado público-privado, lo que se ha dado en llamar "Iniciativa Tecnológica Conjunta" a escala europea (JTI, en sus siglas en inglés), para que los Estados miembros y las regiones por lo menos alcancen en cuantía los fondos invertidos actualmente en I+D por los principales competidores globales. El comisario anunció a principios de enero, a raíz de la crisis provocada por el corte ruso del suministro de gas a Ucrania, que la energía había "acelerado la agenda", convirtiéndose en una clara prioridad de la UE, y advirtió de que una "grave crisis energética" podría darse en los próximos 20 años si no se hace algo.
Escepticismo verde
La realidad es que no hay energías renovables suficientes para cubrir el consumo energético actual y futuro en Europa, y que el hidrógeno, tal y como lo quiere contemplar la industria, no forma parte de una estrategia energética sostenible basada en la eficiencia. En el Parlamento Europeo, la coalición de Los Verdes/ALE, por ejemplo, apuesta por exigir un aumento de los precios del carburante para interiorizar el coste ambiental de los combustibles fósiles y critica que otros partidos se decanten por ofrecer la perspectiva de una energía barata y no contaminante mediante la inversión de miles de millones de euros en programas como el ITER, el mayor reactor experimental de fusión termonuclear.
Las organizaciones ecologistas comparten esta visión de primero asegurar la eficiencia energética, después centrarse en las renovables, y producir hidrógeno a partir de esas energías. El situar al mismo nivel la producción de hidrógeno a partir de fuentes renovables y a partir de la energía nuclear no tiene sentido en su opinión. Por eso piden a la Plataforma Tecnológica que realice un análisis sobre el desarrollo sostenible antes de decidir gastar el dinero de los contribuyentes en estos ámbitos de la I+D. Y es que el hidrógeno, a falta de programas independientes en los Programas Marco, tiene que pelearse con las energías renovables por la misma partida del presupuesto.
El tema del presupuesto previsto para el VII Programa Marco, dentro de las perspectivas financieras 2007-2013, se encuentra ahora en manos de los eurodiputados. La comisión de Industria, Investigación y Energía de la Eurocámara adoptó un paquete de enmiendas de compromiso sobre el desglose de los fondos a finales del mes pasado. Este jueves, 15 de junio, el Pleno votará un informe, en primera lectura del procedimiento de codecisión, sobre la propuesta de la Comisión Europea. El hidrógeno se juega hoy su futuro y la UE su supervivencia, mientras que la demanda mundial de energía sigue creciendo y no cesan de disminuir las reservas fósiles, de las que es más dependiente.