La limpieza es una de las armas para luchar contra los efectos del calor sobre nuestro vehículo.
El coche sufre con el frío; también con el calor. De abajo arriba y de fuera adentro, el calor hará estragos si encuentra puntos débiles. Vamos a ponérselo difícil; y de paso vamos a garantizar al máximo la fiabilidad de la máquina y nuestra seguridad.
Lo primero, veamos el contacto con el suelo. Zapatos en buen estado; que unas gomas nuevas y con buen tallado evacúan mejor el calor del rozamiento.
Luego, ya asentado sobre cuatro buenas ruedas, limpieza de los aceites, que sufren los rigores estivales y los trabajos forzados en ese infierno que es el carter. Aceite limpio y nuevo.
Después refrigerante, e incluso aditivos si son necesarios (el uso de los aditivos limpiadores del circuito de refrigeración es recomendable al menos una vez al año, pues además de eliminar el óxido y las adherencias consigue que las partículas refrigerantes se mantengan en suspensión).
El líquido refrigerante ha de situarse entre el máximo y el mínimo señalados en la bombona de expansión.
Cuanto más limpias estén las superficies metálicas del motor (en especial el carter inferior) será más fácil eliminar el calor que se genera en el trabajo de las piezas móviles internas del motor.
Siempre, siempre, mucha limpieza, que es un puente de plata para que huya el calor.
REVISIÓN PREVENTIVA
Estamos tratando de organizar una revisión de nuestro coche porque deseamos que siga siéndonos fiel y servicial en el gran viaje del año, el de las vacaciones de verano.
También porque sabemos que necesita atenciones más o menos periódicas, como las sustituciones de fluidos que se degradan (aceites, por ejemplo); o como sistemas y conjuntos que necesitan realimentación (caso del aire acondicionado).
UNA PARTICULAR I.T.V.
Actuemos como si pasásemos para nosotros mismos una particular I.T.V. que nos permitirá resolver esos asuntillos que hemos ido dejando en "pendiente" (ruidos, cambio de aceite, equilibrado de ruedas...), que ya es algo. Además es el momento de hacer comprobaciones preventivas, unas que asegurarán el funcionamiento correcto de todos los conjuntos y sistemas, y otras que garantizarán nuestra seguridad física y la fiabilidad de la máquina que es el aval de unas vacaciones y viajes sin contratiempos ni incidencias mecánicas.
SI NOS AMPARA LA GARANTÍA
El planteamiento que debemos hacernos y hacer al Taller es diferente según el uso que hagamos del automóvil y de las atenciones que le prestemos durante el invierno. En cualquier caso no estará de más releer el Libro de Uso o Manual del Propietario, en el que figuran las atenciones "reglamentarias" en sus correspondientes períodos temporales o en relación con el kilometraje.
Si el coche está en garantía reclame en tiempo en el kilometraje estipulado la revisión correspondiente, la "oficial", que es la obligada para que usted mantenga la cobertura de la garantía.
Aún en este supuesto, es probable que además de las operaciones estipuladas obligatoriamente por la garantía, necesite alguna otra componenda. Vaya tomando notas de las que estima oportunas para llegar documentado al taller.
Si ya no le cubre la garantía del fabricante, más razón para que acuda al taller. Prevenir vale más que curar; y en cuanto al coche resulta más barato siempre. Un duro gastado a tiempo en el mantenimiento puede equivaler a varios miles de pesetas de obligado gasto a destiempo de sus finanzas.
CURARSE EN SALUD
Hagamos un listado de qué piezas, conjuntos o sistemas consideramos conveniente que nos revisen, tanto para que el coche sea fiel y cumplidor, como para que esté en condiciones de seguridad absolutas. Y para que si apunta alguna anomalía, se corrija a tiempo.
Vamos con los condicionales, que cada caso es un mundo. Si hasta ahora y desde las últimas vacaciones largas hemos sido sólo conductores ciudadanos; si, por añadidura, hacemos pocos kilómetros diarios; si nuestro coche es Diesel y no gasolina; si no tenemos control de tiempo ni rodaje desde el último cambio de aceite; si salimos cada fin de semana de viaje relativamente largo; si no hemos equilibrado las ruedas desde hace un año... Cada "si" plantea un listado de operaciones diferentes que debemos pedir al taller. En cualquier caso, y aún sin relación de detalle, conviene decir al recepcionista qué tipo de uso y de conducción realiza cada cual.
El coche sufre con el frío; también con el calor. De abajo arriba y de fuera adentro, el calor hará estragos si encuentra puntos débiles. Vamos a ponérselo difícil; y de paso vamos a garantizar al máximo la fiabilidad de la máquina y nuestra seguridad.
Lo primero, veamos el contacto con el suelo. Zapatos en buen estado; que unas gomas nuevas y con buen tallado evacúan mejor el calor del rozamiento.
Luego, ya asentado sobre cuatro buenas ruedas, limpieza de los aceites, que sufren los rigores estivales y los trabajos forzados en ese infierno que es el carter. Aceite limpio y nuevo.
Después refrigerante, e incluso aditivos si son necesarios (el uso de los aditivos limpiadores del circuito de refrigeración es recomendable al menos una vez al año, pues además de eliminar el óxido y las adherencias consigue que las partículas refrigerantes se mantengan en suspensión).
El líquido refrigerante ha de situarse entre el máximo y el mínimo señalados en la bombona de expansión.
Cuanto más limpias estén las superficies metálicas del motor (en especial el carter inferior) será más fácil eliminar el calor que se genera en el trabajo de las piezas móviles internas del motor.
Siempre, siempre, mucha limpieza, que es un puente de plata para que huya el calor.
REVISIÓN PREVENTIVA
Estamos tratando de organizar una revisión de nuestro coche porque deseamos que siga siéndonos fiel y servicial en el gran viaje del año, el de las vacaciones de verano.
También porque sabemos que necesita atenciones más o menos periódicas, como las sustituciones de fluidos que se degradan (aceites, por ejemplo); o como sistemas y conjuntos que necesitan realimentación (caso del aire acondicionado).
UNA PARTICULAR I.T.V.
Actuemos como si pasásemos para nosotros mismos una particular I.T.V. que nos permitirá resolver esos asuntillos que hemos ido dejando en "pendiente" (ruidos, cambio de aceite, equilibrado de ruedas...), que ya es algo. Además es el momento de hacer comprobaciones preventivas, unas que asegurarán el funcionamiento correcto de todos los conjuntos y sistemas, y otras que garantizarán nuestra seguridad física y la fiabilidad de la máquina que es el aval de unas vacaciones y viajes sin contratiempos ni incidencias mecánicas.
SI NOS AMPARA LA GARANTÍA
El planteamiento que debemos hacernos y hacer al Taller es diferente según el uso que hagamos del automóvil y de las atenciones que le prestemos durante el invierno. En cualquier caso no estará de más releer el Libro de Uso o Manual del Propietario, en el que figuran las atenciones "reglamentarias" en sus correspondientes períodos temporales o en relación con el kilometraje.
Si el coche está en garantía reclame en tiempo en el kilometraje estipulado la revisión correspondiente, la "oficial", que es la obligada para que usted mantenga la cobertura de la garantía.
Aún en este supuesto, es probable que además de las operaciones estipuladas obligatoriamente por la garantía, necesite alguna otra componenda. Vaya tomando notas de las que estima oportunas para llegar documentado al taller.
Si ya no le cubre la garantía del fabricante, más razón para que acuda al taller. Prevenir vale más que curar; y en cuanto al coche resulta más barato siempre. Un duro gastado a tiempo en el mantenimiento puede equivaler a varios miles de pesetas de obligado gasto a destiempo de sus finanzas.
CURARSE EN SALUD
Hagamos un listado de qué piezas, conjuntos o sistemas consideramos conveniente que nos revisen, tanto para que el coche sea fiel y cumplidor, como para que esté en condiciones de seguridad absolutas. Y para que si apunta alguna anomalía, se corrija a tiempo.
Vamos con los condicionales, que cada caso es un mundo. Si hasta ahora y desde las últimas vacaciones largas hemos sido sólo conductores ciudadanos; si, por añadidura, hacemos pocos kilómetros diarios; si nuestro coche es Diesel y no gasolina; si no tenemos control de tiempo ni rodaje desde el último cambio de aceite; si salimos cada fin de semana de viaje relativamente largo; si no hemos equilibrado las ruedas desde hace un año... Cada "si" plantea un listado de operaciones diferentes que debemos pedir al taller. En cualquier caso, y aún sin relación de detalle, conviene decir al recepcionista qué tipo de uso y de conducción realiza cada cual.