Texto: Eugenio Pinilla 20/03/2010. Fotografías Com & Com. Publicado marzo 2010

En la última renovación el SUV de Mitsubishi no ha cambiado mucho, por la parte delantera ha tomado el aspecto de los nuevos diseños de la casa y en particular del Lancer, con la parrilla trapezoidal, dividida por la defensa en su zona de matrícula. Pocos cambios más, hasta llegar al interior en el que hay un nuevo cuadro de mandos bastante elogiable.
Lo principal es el cambio. De doble embrague, similar al montado en el Lancer Evo, con 6 marchas y guía secuencial, tanto en la propia palanca como en las levas del volante. Unas levas perfectas, grandes, metálicas y fijas a la caña de dirección, por lo que en una conducción deportiva quedan siempre a mano.
Para este cambio se cuenta con un motor de 2.2 litros que rinde 156 CV a 4.000 vueltas y un par muy bueno de 380 Nm a 2.000 vueltas - un motor muy diferente al del Lancer Evo. El coche no es demasiado pesado, y nos encontramos con una relación peso/potencia de 11,2 Kg/CV, lo cual no es para lanzar cohetes. Pero si su respuesta en las primeras vueltas, la disposición de par es generosa pronto y en un uso totalmente automático, y una conducción turística, las transiciones son casi imperceptibles. Disponemos de un interruptor con el que podemos forzar una respuesta más deportiva de la gestión del cambio, y entonces se mantiene algo más alto el régimen con lo que las aceleraciones son más cómodas y efectivas.
Levas de carreras
Pero podemos también hacer uso de la guía secuencial, tanto en la palanca como en las levas del volante. La palanca queda algo baja, pero las levas son perfectas. Con ellas puedes adentrarte en curvas y cambiar radicalmente la personalidad del coche. Se conduce de maravilla, con un control y confort perfecto, y unas transiciones muy buenas, tanto para arriba como para abajo.
El nuevo display, es muy agradable de lecturas, con las indicaciones del cambio perfectas, no ya sólo informa del programa que estamos usando, y la marcha en uso secuencial, que es lo típico, sino que en programa automático, se nos indica con una D y un numerito sub-fijado la marcha que el sistema administra.
2 ó 4 ruedas motrices
Se mantiene el cómodo sistema para cambiar el tipo de tracción. Un mando electrónico de rosca nos permite andar con tracción delantera, total o total con bloqueos. De la primera forma siempre vamos sólo con tracción delantera, de la segunda el tren trasero recibe órdenes de girar en la proporción que las delanteras no puedan absorber el giro, y el la tercera hay obligatoriamente un reparto entre ambos trenes para las situaciones más delicadas. No tenemos reductora, estamos ante un todoterreno ligero, o SUV como se llama ahora.
Cambio, par y tracción total una combinación perfecta
No tenemos una potencia excesiva, y si un motor que lo da todo muy pronto, no hay que apurar las marchas para lograr un ritmo alto de marcha, lo cual viene al pelo a la hora de usar la guía secuencial en las reducciones que siempre se guarda un margen para poder hacerlo. Si bien en este caso es menor.
La tracción total es muy recomendable ponerla a la mínima que decidamos llevar un ritmo deportivo, o el suelo este mínimamente húmedo. Nos hemos encontrados con incomprensibles pérdidas de tracción al salir de parado con cierta celeridad, suelo húmedo y tracción sólo delantera. Una perdida que nos hacía patinar el tren delantero a pesar de los controles, pero no en la misma salida, sino en el tirón que da al coger par y compresión el turbo al borde ya de entrar la segunda.
Sin más cambios
El nuevo Outlander por dentro no experimenta cambios, mantiene su grandes dotes de carga, sus 7 plazas o mejor dicho sus 5+2, con un equipamiento alto, y un acabado decente, donde encontramos fáciles mandos, de rosca muy intuitivos y palancas cómodas en los reglajes.
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