Texto: Equipo de pruebas 04/01/2013. Fotografías Com&Com.
Publicado Enero 2013
Rf motor: DAIMLER AG Tipo: D 651986
Más SL que nunca
Ya sabemos que la "K" con la que Mercedes denomina a sus coches significa proviene de la palabra "Kompakt", que lo que nos viene a decir más o menos es que el coche que porta dicha letra es una versión de menor tamaño del modelo que no lleva la "K" en su denominación. Así pues, ya sabemos que el SLK viene a ser un hermano pequeño del SL.
En este caso casi podríamos estar hablando de que el SLK es una reproducción a escala del mencionado SL porque jamás han estado ambos coches tan unidos estéticamente como lo están hoy en día, y eso que el actual SLK llegó antes al mercado que su hermano mayor.
Respecto a la anterior generación del SLK en la actual se han abandonado los trazos curvos en favor de las rectos. Lo que no varía mucho es la línea general del coche, con un gran morro típico de los roadster de toda la vida que da paso a un habitáculo en el que los ocupantes del coche van sentados prácticamente sobre el eje trasero. Todo esto viene acompañado además de unos voladizos bastante prominentes, especialmente el delantero.
El frontal está presidido por una gran parrilla que está atravesada de lado a lado por un listón cromado que tiene enmedio la estrella de la marca en un tamaño bastante considerable. Justo debajo de la parrilla encontramos la toma de aire inferior que integra los nuevos faros diurnos tipo LED.
La parte trasera quizá no tenga la misma personalidad que el frontal pero no deja de tener su atractivo. Los grupos ópticos son los protagonistas por su generoso tamaño y como un guiño a la deportividad tenemos una doble salida de escape cromada, con un tubo a cada lado del paragolpes.
En un abrir y cerrar de ojos
El que tuvo retuvo. El SLK fue el primer coche descapotable que estrenó un techo rígido allá por 1996 y eso se nota en detalles como la velocidad de apertura y cierre de la capota, con lo que no da pereza disfrutar del SLK a cielo abierto. Lo cierto es que da gusto ir descapotado por dos detalles fundamentales: el primero su estética, pues si el coche es bonito con el techo puesto sin él gana muchísimos enteros y mucha gente se parará a ver el coche a nuestro paso.
El segundo es que aún en días fríos, siempre que no llueva, podemos ir tan a gusto con la melena al viento. Esto es posible gracias a una potente calefacción, a unos derivabrisas de metacrilato que van muy bien camuflados en la parte trasera de los reposacabezas y, sobre todo, al Airscarf. Este dispositivo no es ni más ni menos que unas salidas de aireación que disponen los asientos a la altura de nuestro cuello y que se dedican a expulsar aire caliente sobre esta zona. Hemos podido probar el Airscarf descapotados en marcha a una temperatura exterior de 0º con mucho viento y el resultado es que se puede ir bastante a gusto en estas condiciones. Los días fríos ya no son una excusa para no ir descapotados en un SLK.
Cierto toque nostálgico
Acomodados en su interior encontramos un salpicadero que resulta un poco sobrío en su diseño pero que cuenta con un aspecto que evoca un aire un poco retro, como el diseño de los aireadores o el acabado metálico de la consola central. Los materiales empleados son buenos pero esperábamos algo más de calidad en un coche de la marca de la estrella.
El volante cuenta con un grosor ideal y un diseño deportivo y bonito, pero lo malo es que el tamaño del mismo es más grande de lo deseado para un coche con cierto talante sport. Hay algunas cosas tradicionales de Mercedes que cambian para bien como la eliminación del freno de estacionamiento de pie por uno más moderno eléctrico pero hay otras que siguen igual pero para mal, como el empleo de un solo mando para intermitentes y limpiaparabrisas. Para mayor inri la situación de este mando es más baja de lo que estamos acostumbrados y al ir a accionarlo lo más normal las primeras veces es tocar la palanca que maneja el control de crucero.
Motor excelente y cambio automático mejorable
Después de haber probado el motor de nuestro SLK 250 CDI y sin haber probado el resto no nos equivocaríamos mucho si eligiesemos este como el más recomendable de toda la gama por su andar y por lo contenido de sus consumos. La verdad es que montar un propulsor impulsado por gasoleo en un roadster suena casi a sacrilegio y en principio no pega nada pero la realidad del mercado manda...al fin y al cabo nunca creeríamos que íbamos a ver un Porsche diesel y estos son actualmente los modelos de mayor éxito del fabricante de Stuttgart.
El motor que equipa nuestro coche de pruebas cubica 2,1 litros de cilindrada y de extraer toda la potencia se encargan un par de turbos que proporcionan una cifra de par extraordinaria a muy bajo régimen. Esto se traduce en que desde poco más del ralentí ya tenemos una muy buena reserva de potencia que mueve muy bien al SLK en cuanto pisemos el acelerador, un acelerador que por cierto es bastante sensible a nuestras solicitudes.
Tal es el empuje del motor que incluso en 7ª velocidad y por debajo de 1.500 rpm ya tenemos una respuesta que hace innecesario bajar una marcha en la mayoría de la circunstancias. El aspecto que menos nos ha gustado es su rumorosidad en frío y el típico claqueteo de los motores diesel, lo que quita un poco de encanto a un roadster como este.
De serie este SLK cuenta con una caja de cambios manual de seis velocidades que aconsejamos totalmente salvo que nos guste circular tranquilamente. Nuestra unidad de pruebas contaba con la caja automática 7G-Tronic con accionamiento secuencial con levas en el volante que no llega a la efectividad de una caja moderna de doble embrague. En su funcionamiento resulta un cambio lento que nos obligará a adelantar los cambios de marcha para que estos coincidan con el momento en que los queremos hacer.
Aunque no le hace falta al motor al menos la caja de cambios cuenta con unos desarrollos tirando a cortos a excepción de la séptima velocidad que, como suele ser habitual, es una relación sobremultiplicada que ayuda a reducir los consumos en autopista.