Todos sabemos que el fabricante americano de todoterrenos Jeep, desde que está en manos del grupo automovilístico italiano Fiat quiere ampliar sus horizontes llegando al mayor número de clientes posibles, incluso los que hasta la fecha no se planteaban comprar un Jeep. Para ello han desarrollado una serie de versiones especiales más atractivas y repletas de una personalidad propia para dar respuesta a las nuevas necesidades de los clientes a los que les atrae el concepto SUV y todoterreno sin llegar a los extremos.
Ya en el nuevo Wrangler de base se civilizó notablemente su comportamiento manteniendo su original estética radical aunque refinada así como sus virtudes camperas, facilitando y suavizando el tacto On-Road. En esta versión que hoy probamos, la Arctic con carrocería de 2 puertas presenta detalles más atractivos para cautivar a los compradores más jóvenes.
Tras una prueba a fondo de la versión larga Unlimited de 4 puertas, con un importante plus de capacidad y practicidad para llevar a toda la familia, nos ponemos ahora al volante de la versión de 2 puertas perfecta para hacer todoterreno por su distancia entre ejes más corta. Además el atractivo de esta versión se multiplica con ciertos detalles más modernos y de diseño más llamativo sobre la versión Sahara como una carrocería en color blanco polar perlado, llantas de aleación de 17 pulgadas en color negro con neumáticos camperos propios de la versión extrema Rubicon Goodyear Wrangler y logotipos y decoración exclusivos en forma de huellas del Yeti.
El diseño general es cuadrado como siempre pero con una ligera actualización de determinadas zonas para modernizar su aspecto, aunque con las tradicionales líneas cuadradas. Destacan las tremendas aletas prominentes y de gran tamaño que albergan ruedas también inmensas, para afrontar los terrenos más abruptos sin problema, sus elevados paragolpes delante y detrás para cuidar la carrocería ante posibles golpes y roces o el portón trasero de apertura lateral con la rueda de repuesto integrada de acceso rápido.
Desmontable como un mecano
Como siempre, una peculiaridad intrínseca al Wrangler desde la época del originario Willys es su sistema de carrocería totalmente desmontable que nos permite quedarnos únicamente con el piso del habitáculo y los asientos para disfrutar del aire libre durante las estaciones del año más templadas como la primavera o el verano. Podemos quitar por partes la zona frontal del techo, la trasera y los laterales conjuntamente, así como las puertas o apoyar la luneta delantera sobre la tapa del motor. Todo un mecano que eso sí, tendremos que dejarlo en casa puesto que no hay ningún espacio destinado a guardar esos componentes.
Funcionalidad de uso limitada
Como buen todoterreno la ubicación de los mandos así como el confort y la ergonomía de uso de los mismos queda en un segundo plano, con unos asientos cómodos pero de sujeción algo escasa, una consola central muy espartana con los mandos justos, excepto los mandos de las ventanillas reubicados que nos confunden muy a menudo al haberlos quitado de su sitio natural, los paneles de las puertas.
Con la carrocería de dos puertas su uso por zonas Off-Road habrá mejorado notablemente respecto a su hermano Unlimited, pero desde luego el transporte de pasajeros y la carga de equipaje no es lo suyo. Los pasajeros traseros irán realmente incómodos en unos asientos con los respaldos excesivamente planos, no digamos si se trata de niños con sus sillas de retención que apenas entran por los espacios que dejan los asientos delanteros, resultando el acceso incómodo incluso a personas a esa segunda fila. Por otra parte, el equipaje tampoco goza de un espacio exagerado en el maletero, que sólo dispone de 142 litros, con lo que los objetos voluminosos no tienen cabida de ninguna forma.