A pesar de que las compañías aseguradoras se enorgullecen al decir que más del 90% de sus clientes está contento con su seguro de automóvil, muchos conductores españoles tienen la impresión de que pagan tarifas muy superiores a los servicios que reciben. Por esta razón, señala una información del diario Metro, muchos españoles optan por inflar los partes.
Sólo en 2006 se detectaron en todo el país casi 42 mil expedientes sospechosos de intento de fraude, según datos de Investigación Cooperativa de Entidades Aseguradoras y Fondos de Pensiones (ICEA). Finalmente, el 70% de estas peticiones no fue abonado al ser consideradas ilegítimas, con lo que las aseguradoras se ahorraron más de 100 millones de euros.
Las compañías apuntan a Catluñ como la región más propensa a estos fraudes, con más de 7.600 partes falsos en 2006. En los primeros puestos de esta clasificación también aparecen andaluces, madrileños, valencianos, gallegos y asturianos.
Los fraudes más detectados son la ocultación de daños o lesiones preexistentes, las reclamaciones desproporcionadas o los siniestros simulados. Lo cierto es que la picaresca no tiene límites. Entre los casos más habituales sobresalen los llamados fraudes en la suscripción, es decir, tratar de cobrar una indemnización de un siniestro habiendo contratado el seguro después de haberse accidentado.
También se han registrado casos en los que el asegurado ha comprado un vehículo idéntico al suyo en un desguace para cambiarle las matrículas y cobrar la indemnización por siniestro total.