El Tribunal Supremo ha confirmado una sentencia de la Audiencia de Valencia por la que condena a un concesionario de la marca de vehículos Rover, en Valencia, a devolver el dinero al comprador de uno de sus coches porque tenía defectos de fábrica y le entraba agua por la ventanilla. Además, deberá abonar los intereses legales y 1.202 euros por "daños morales".
La sección de apoyo de la sección octava de la Audiencia de Valencia es contundente al afirmar que "excede de todos los límites de lo tolerable que un comprador deba pechar con un vehículo por el que entra agua cuando llueve o simplemente cuando lo lava". La sentencia explica que "ha quedado acreditado que el problema es de fábrica y diseño", y no por reparaciones posteriores.
Desde que en 1997 Francisco Javier S. S. se comprara el coche, han pasado siete años de incidencias mecánicas y judiciales, hasta que su letrado, Vicente Riaño, ha logrado la confirmación por el Tribunal Supremo.
Los tribunales se han basado en las reparaciones y, principalmente, en un informe pericial de un ingeniero industrial, que explica que hay un defecto de estanqueidad de la goma entre la puerta, el cristal y el retrovisor. También añade que ello se debe a un "diseño deficiente del coche o a que la carrocería no se fabricó con las medidas adecuadas".
La sección de apoyo de la sección octava de la Audiencia de Valencia es contundente al afirmar que "excede de todos los límites de lo tolerable que un comprador deba pechar con un vehículo por el que entra agua cuando llueve o simplemente cuando lo lava". La sentencia explica que "ha quedado acreditado que el problema es de fábrica y diseño", y no por reparaciones posteriores.
Desde que en 1997 Francisco Javier S. S. se comprara el coche, han pasado siete años de incidencias mecánicas y judiciales, hasta que su letrado, Vicente Riaño, ha logrado la confirmación por el Tribunal Supremo.
Los tribunales se han basado en las reparaciones y, principalmente, en un informe pericial de un ingeniero industrial, que explica que hay un defecto de estanqueidad de la goma entre la puerta, el cristal y el retrovisor. También añade que ello se debe a un "diseño deficiente del coche o a que la carrocería no se fabricó con las medidas adecuadas".