En pleno siglo XXI, cuando los avances tecnológicos están a la orden del día y los automóviles circulan casi de manera automática, aún quedan rastros de algunos vehículos antiguos que no sobrepasan los 90 kilómetros por hora, con ruedas sencillas de palier fijo -de las primeras que salieron al mercado en el sector automovilístico- y con una carrocería propia hoy en día de museo o exposición. Así queda de manifiesto en un interesante trabajo publicado por el diario extremeño Hoy.
El bedford inglés del año 1939, restaurado por el transportista Antonio García, ayudado por su cuñado, lleva más de cuatro años dando muestra de la existencia de estos automóviles, que dejaron de fabricarse hace al menos medio siglo y que hoy en día resultan difíciles o casi imposibles de encontrar. Un trabajo que ambos iniciaron a modo de afición y que, comenta el artífice de la conversión, Antonio García, "viene de generación en generación porque ya mi abuelo tenía camiones, luego mi padre y más tarde yo".
Con él han viajado hasta Castelo Branco, Salamanca, Cáceres, Coria...por donde no han pasado desapercibidos ya que, sólo su pintura, bicolor, en rojo y crema, «como los que tenía mi abuelo», subraya Antonio García, llama la atención.
Desguaces y ferias de muestras han sido y siguen siendo el lugar preferido de estos dos 'artistas', que reconocen que "lo más difícil para restaurar el Bedford ha sido limpiarlo porque estaba todo oxidado". Han cuidado al extremo hasta el más mínimo detalle, pieza a pieza, (faros, bocinas, tapicería, cuentakilómetros, freno de mano, insignia delantera...) en unos casos originales de la marca y en otros similares pero de otras fábricas de coches.
El resultado de esta reconversión les ha llevado a seguir comprando vehículos antiguos para hacer de ellos auténticas 'obras de arte'. Así, el siguiente que adquirieron fue un Opel Blitz del año 1952. A pesar de haber logrado ponerlo en marcha y estar en condiciones para circular, aún no lo han sacado por carretera porque "falta la revisión final y la documentación". Si en el caso del Bedford lo más costoso fue la limpieza en esta reliquia la dificultad estaba en el motor, que en lugar de ser gasolina como fuera en el modelo original, es diésel y "ha costado mucho trabajo acoplarlo". Sin embargo, Antonio García no duda en viajar con él en cuanto estén "todos los papeles en regla", eso sí, a una velocidad máxima de 100 kilómetros por hora.
Un Austin inglés, modelo A-40, tipo Pick-up de los años 50, del que han aprovechado todas las piezas para su reparación y cuyas ruedas las encargaron a Atlanta y otro modelo A-35 de la misma época permiten hacerse una idea no sólo del esfuerzo físico sino también económico que estos dos aficionados han tenido que hacer para conseguir estas transformaciones.
Antonio y José Mari deberán, dentro de poco, retirar alguno de los vehículos para comenzar con otros nuevos porque, afirman, "seguiremos comprando coches antiguos para restaurarlos".
El bedford inglés del año 1939, restaurado por el transportista Antonio García, ayudado por su cuñado, lleva más de cuatro años dando muestra de la existencia de estos automóviles, que dejaron de fabricarse hace al menos medio siglo y que hoy en día resultan difíciles o casi imposibles de encontrar. Un trabajo que ambos iniciaron a modo de afición y que, comenta el artífice de la conversión, Antonio García, "viene de generación en generación porque ya mi abuelo tenía camiones, luego mi padre y más tarde yo".
Con él han viajado hasta Castelo Branco, Salamanca, Cáceres, Coria...por donde no han pasado desapercibidos ya que, sólo su pintura, bicolor, en rojo y crema, «como los que tenía mi abuelo», subraya Antonio García, llama la atención.
Desguaces y ferias de muestras han sido y siguen siendo el lugar preferido de estos dos 'artistas', que reconocen que "lo más difícil para restaurar el Bedford ha sido limpiarlo porque estaba todo oxidado". Han cuidado al extremo hasta el más mínimo detalle, pieza a pieza, (faros, bocinas, tapicería, cuentakilómetros, freno de mano, insignia delantera...) en unos casos originales de la marca y en otros similares pero de otras fábricas de coches.
El resultado de esta reconversión les ha llevado a seguir comprando vehículos antiguos para hacer de ellos auténticas 'obras de arte'. Así, el siguiente que adquirieron fue un Opel Blitz del año 1952. A pesar de haber logrado ponerlo en marcha y estar en condiciones para circular, aún no lo han sacado por carretera porque "falta la revisión final y la documentación". Si en el caso del Bedford lo más costoso fue la limpieza en esta reliquia la dificultad estaba en el motor, que en lugar de ser gasolina como fuera en el modelo original, es diésel y "ha costado mucho trabajo acoplarlo". Sin embargo, Antonio García no duda en viajar con él en cuanto estén "todos los papeles en regla", eso sí, a una velocidad máxima de 100 kilómetros por hora.
Un Austin inglés, modelo A-40, tipo Pick-up de los años 50, del que han aprovechado todas las piezas para su reparación y cuyas ruedas las encargaron a Atlanta y otro modelo A-35 de la misma época permiten hacerse una idea no sólo del esfuerzo físico sino también económico que estos dos aficionados han tenido que hacer para conseguir estas transformaciones.
Antonio y José Mari deberán, dentro de poco, retirar alguno de los vehículos para comenzar con otros nuevos porque, afirman, "seguiremos comprando coches antiguos para restaurarlos".