Poco orgullosos pueden sentirse los constructores de vehículos americanos por un récord conseguido el año pasado: 30,5 millones de coches fueron llamados a revisión en EEUU para controlar posibles fallos en su producción. En total, se lanzaron más de mil acciones diferentes para pedir a los propietarios de los vehículos que se pasaran por los talleres autorizados para verificar el estado de alguno o varios de sus componentes. En más de la mitad de los casos, la llamada se hizo a requerimiento de las autoridades federales. El resto fue por iniciativa propia del constructor.
Las cifras presentan los peores resultados de la historia, tras los conseguidos en 2000, cuando 24,5 millones de coches fueron llamados a revisión. A la hora de plantearse las causas de la negativa evolución, los expertos apuntan a varias: la existencia de muchos más modelos en el mercado, la complejidad técnica, los menores tiempos empleados en el desarrollo de nuevos vehículos y versiones, y también la utilización de muchos componentes comunes en distintos modelos de coches.
Las cifras contrastan con los resultados de las encuestas de opinión entre usuarios de vehículos americanos. En ellas se constata de año en año una mejor percepción de la calidad de los vehículos por parte de sus propietarios. La obligatoriedad de hacer públicos los posibles fallos detectados por constructores y fabricantes de componentes en base a una normativa americana que entró en vigor en 2003 puede justificar en parte ese contraste.
Las cifras presentan los peores resultados de la historia, tras los conseguidos en 2000, cuando 24,5 millones de coches fueron llamados a revisión. A la hora de plantearse las causas de la negativa evolución, los expertos apuntan a varias: la existencia de muchos más modelos en el mercado, la complejidad técnica, los menores tiempos empleados en el desarrollo de nuevos vehículos y versiones, y también la utilización de muchos componentes comunes en distintos modelos de coches.
Las cifras contrastan con los resultados de las encuestas de opinión entre usuarios de vehículos americanos. En ellas se constata de año en año una mejor percepción de la calidad de los vehículos por parte de sus propietarios. La obligatoriedad de hacer públicos los posibles fallos detectados por constructores y fabricantes de componentes en base a una normativa americana que entró en vigor en 2003 puede justificar en parte ese contraste.