La reducida capacidad de producción de los fabricantes de baterías de hidróxido de níquel puede llegar a frenar la producción de vehículos híbridos. Según explica una información de El Mundo, estas baterías son un componente esencial en los automóviles que utilizan un sistema de propulsión híbrido, ya que son las encargadas de almacenar la energía con la que el vehículo circula buena parte del tiempo.
Uno de los principales problemas que generan estas baterías, además de su elevado peso, es que encarecen considerablemente el vehículo, puesto que su coste puede llegar a superar ampliamente los 2.000 euros.
Pero lo que más preocupa ahora a los fabricantes no son los costes, sino la capacidad de las empresas que las fabrican para hacer frente a la explosión de la demanda. Desde que Ford inciara la producción del Escape híbrido, sus previsiones de ventas sobre este modelo se han disparado. La empresa que suministra las baterías para este vehículo es Sanyo. En principio, Ford pensaba construir 20.000 unidades del Escape híbrido en 2005 y, ahora que pretenden aumentar esta cifra, Sanyo no parece capaz de elevar el suministro de baterías.
La semana pasada se especuló con la posibilidad de un acuerdo entre Sanyo y Bosch para desarrollar conjuntamente baterías para vehículos híbridos. Sanyo confirmaba además su intención de triplicar su capacidad de producción hasta llegar al millón de unidades anuales. En la actualidad, las compañías japonesas, como la propia Sanyo o Panasonic, acaparan el 80% del mercado mundial de este tipo de componentes, pero los fabricantes chinos, como BYD Battery Co, y los Koreanos LG y Samsung, tratan de hacerse con parte de este mercado apoyados en una política de precios reducidos.
Estas y otras empresas, como la norteamericana Energy Conversion Systems, constituida al 50% por Chevron y Texaco, podrían ayudar a incrementar la oferta. Sin embargo, los fabricantes de vehículos híbridos son extremadamente cautos al respecto, puesto que requieren a estas empresas unos controles de calidad muy exigentes que antes de la instalación de la batería en el vehículo se prolongan durante más de un año.
Uno de los principales problemas que generan estas baterías, además de su elevado peso, es que encarecen considerablemente el vehículo, puesto que su coste puede llegar a superar ampliamente los 2.000 euros.
Pero lo que más preocupa ahora a los fabricantes no son los costes, sino la capacidad de las empresas que las fabrican para hacer frente a la explosión de la demanda. Desde que Ford inciara la producción del Escape híbrido, sus previsiones de ventas sobre este modelo se han disparado. La empresa que suministra las baterías para este vehículo es Sanyo. En principio, Ford pensaba construir 20.000 unidades del Escape híbrido en 2005 y, ahora que pretenden aumentar esta cifra, Sanyo no parece capaz de elevar el suministro de baterías.
La semana pasada se especuló con la posibilidad de un acuerdo entre Sanyo y Bosch para desarrollar conjuntamente baterías para vehículos híbridos. Sanyo confirmaba además su intención de triplicar su capacidad de producción hasta llegar al millón de unidades anuales. En la actualidad, las compañías japonesas, como la propia Sanyo o Panasonic, acaparan el 80% del mercado mundial de este tipo de componentes, pero los fabricantes chinos, como BYD Battery Co, y los Koreanos LG y Samsung, tratan de hacerse con parte de este mercado apoyados en una política de precios reducidos.
Estas y otras empresas, como la norteamericana Energy Conversion Systems, constituida al 50% por Chevron y Texaco, podrían ayudar a incrementar la oferta. Sin embargo, los fabricantes de vehículos híbridos son extremadamente cautos al respecto, puesto que requieren a estas empresas unos controles de calidad muy exigentes que antes de la instalación de la batería en el vehículo se prolongan durante más de un año.