No hay unanimidad entre los fabricantes de componentes sobre cómo frenarán los coches en el futuro. Mientras que los americanos, encabezados por Delphi, consideran que el freno eléctrico es la mejor opción para el futuro, los especialistas de Continental y Bosch, principales proveedores alemanes, consideran que se trata de una solución demasiado cara para los que aporta. El debate ha sido recogido estos días por la publicación francesa Les Echos.
Para Delphi, el freno eléctrico presenta como ventajas la facilidad de montaje (ya que los hilos reemplazan a los tubos por los que discurren fluidos), la automatización de las funciones de frenado y del freno de mano, así como el control automático de la velocidas en las cuestas abajo.
Frente a esas posiciones, Bosch y Continental, que fueron en su día defensores de la nueva tecnología, reconocen que han dado marcha atrás. El propio presidente de Continental, Manfred Wennemer, ha subrayado que "se trata de un problema de costes. En términos de confort y de reducción de la distancia de frenado, las diferencias con respecto al freno clásico son mínimas y los constructores de vehículos no quieren pagar más".
Para Delphi, el freno eléctrico presenta como ventajas la facilidad de montaje (ya que los hilos reemplazan a los tubos por los que discurren fluidos), la automatización de las funciones de frenado y del freno de mano, así como el control automático de la velocidas en las cuestas abajo.
Frente a esas posiciones, Bosch y Continental, que fueron en su día defensores de la nueva tecnología, reconocen que han dado marcha atrás. El propio presidente de Continental, Manfred Wennemer, ha subrayado que "se trata de un problema de costes. En términos de confort y de reducción de la distancia de frenado, las diferencias con respecto al freno clásico son mínimas y los constructores de vehículos no quieren pagar más".