Texto: Equipo de pruebas 19/02/2013. Fotografías Com&Com.
Publicado Febrero 2013
Rf motor: RENAULT Tipo: K9K B6
Cambio radical
Si se intenta buscar un parecido entre el Clio III y el actual nos podemos volver locos en el intento, ya que ni hasta el logotipo es igual. Su línea se ha suavizado al estilo de lo que se hizo con el Megane actual respecto al antiguo. Es el típico coche que en foto no te gusta pero una vez que lo ves al natural tu percepción cambia por completo, y más si lo ves al lado de otros coches en la calle porque el nuevo Clio tiene una apariencia muy moderna y atrevida.
El frontal lo primero que destaca es el gran logotipo de Renault en el centro, con una presencia remarcada por la forma del capó que se adapta al contorno del anagrama. Los faros son bastante grandes y entre ellos hay una rejilla que atraviesa el mencionado logotipo y cuenta con una lámina cromada. Justo bajo esta lámina y pegadas a los faros tenemos la luces diurnas tipo LED que destacan por la intensidad de su iluminación.
En la vista lateral podemos ver que el portón cae de forma bastante vertical y da cierta sensación de ser un familiar. La línea de cintura es muy alta y a partir de la mitad de las ventanillas traseras asciende súbitamente hasta dar lugar a una tercera ventanilla tan reducida de tamaño que podrían habérsela ahorrado. Las manetas de las puertas traseras van camufladas para intentar dar un aire de coche de tres puertas porque, recordemos, esta generación del Clio no va a contar con una carrocería de tres puertas.
La parte trasera es la menos elaborada a nivel de diseño, teniendo en cuenta el resto del coche, pero da un aspecto de maciza porque se va ganando en anchura de carrocería a medida que descendemos la vista desde el techo. El paragolpes trasero forma una sola pieza que se adentra en las aletas laterales hasta casi la mitad del paso de rueda trasero y el logotipo de Renault y el anagrama del modelo toman protagonismo por su tamaño.
Interior muy vistoso y moderno
No hacía falta mucho para lograr un interior más vivo que el anterior Clio y el actual, aunque de diseño algo simple, se ha logrado una mayor vistosidad y modernidad. Buena parte de la culpa la tiene la presencia del color rojo de la carrocería a lo largo del salpicadero, asientos y paneles de puerta.
La calidad también ha mejorado y de hecho por primera vez encontramos plásticos blandos en un Clio, concretamente en la parte superior del salpicadero que va pintada del mismo color que la carrocería.
El cuadro de instrumentos mezcla información digital con analógica y, al igual que sucede con el Peugeot 208, tenemos una gran pantalla central en el salpicadero desde la que podemos manejar la radio, el teléfono y el navegador. Aunque no lo parezca el Clio no ha tenido el honor de estrenarla en Grupo Renault, pues fue en el Dacia Lodgy donde la pudimos ver por primera vez.
En cuanto a espacio tenemos un aprobado para las plazas delanteras pero un suspenso para las traseras. En estas plazas el espacio disponible para las piernas es muy justo, y esto sin necesidad de que los asientos vayan muy atrás. Por anchura tampoco vamos sobrados y es mejor que solo vayan dos personas adultas, pues tres irán bastante apretadas.
La calefacción es un punto que tendrían que mejorar, pues es bastante ruidosa y poco potente a pesar de que desde Renault comentan que se ha mejorado respecto el Clio III. Esperaremos a probar una versión con climatizador para ver si este aspecto se mejora.
Elección prácticamente obligada
Cada vez que probamos este motor siempre nos gusta por su forma de andar y respuesta, y más teniendo en cuenta que tiene menos de 1.500 cc. de cilindrada. En el Clio nos ha vuelto a sorprender una vez más por su entrega de potencia y lo bien que responde desde bajas vueltas.
Aunque parezca mentira en el Lodgy lo vimos más voluntarioso que en el Clio, que cuenta con menor peso. Aunque la potencia es la misma esta se logra más tarde en el Clio y eso que tenemos 20 Nm más de par máximo.
Los 90 CV que declara en la ficha técnica parecen más e incluso con cuatro personas a bordo el Clio se mueve razonablemente bien. Pero no sólo eso, además su funcionamiento es suave y acústicamente suena bastante poco en el interior. Aunque desde bajas vueltas ya ofrece una respuesta aceptable lo mejor de sí lo da a partir de 2.000 rpm y no conviene subir el motor más allá de 4.500 rpm., pues a partir de ese régimen el motor "muere".
Sus bajos consumos y su forma de andar lo convierten casi en elección obligada de compra con el Clio, salvo que recorramos muy pocos kilómetros al año o el factor precio sea lo principal en nuestra compra.